no sirven a la secta terrenal de Israel o a cualquier otra secta, sino que sirven en el reinado que se acaba de inaugurar, cuyo rey es Cristo. Sus tareas sacerdotales ya se han mencionado en 2:5: la ofrenda de sacrificios espirituales. El sacerdote tiene el privilegio de servir en la presencia de la deidad, de “acercarse” a donde nadie más osaría hacerlo (cf. He. 9:1–10:25). Así, si unimos esas dos palabras indican la posición privilegiada que los cristianos tienen ante Dios: pertenecen al rey y
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